La participación de las mujeres en los eventos políticos fue una batalla real que pagaron caro, no solo como protagonistas políticas sino también como mujeres: un retrato de Mozn Hassan, una feminista y activista de derechos humanos.
Este artículo hace parte de nuestro dossier "Sin mujeres no hay paz: 20mo aniversario de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las mujeres, la paz y la seguridad".
El 25 de mayo de 2005, una turba atacó a periodistas y activistas que habían salido a la calle con otros para pedir el boicot del referéndum sobre la reforma constitucional en El Cairo, Egipto. El público vio este asalto como un intento de intimidación por parte del gobierno de Mubarak para mantener a las mujeres alejadas de la vida pública y del emergente movimiento político contra el régimen autoritario. Pocos han pensado más allá. La feminista y activista de los derechos humanos Mozn Hassan, de 41 años, fue una de las mujeres que sintió el odio de la turba ese día. Ella fue una de las pocas que insistió rotundamente en que los ataques del 25 de mayo (más tarde conocido como “Miércoles Negro”) e incidentes similares representan en los años siguientes la expresión de una misoginia profundamente arraigada en la sociedad egipcia, en la que se basa la opresión social de la mujer.
“Estoy orgullosa de formar parte del movimiento y la generación de las mujeres egipcias, que, después de años de represión social y de la inversión sistemática de víctima y victimario finalmente se atreve a hablar del acoso sexual cotidiano y de la violencia contra las mujeres en la calle, en el trabajo y en otras áreas“, afirma Hassan con una sonrisa en la que se mezclan la esperanza y la amargura.
En 2007, junto con otras diez jóvenes activistas egipcias fundó la organización de derechos de la mujer Nazra for Feminist Studies (Nazra para estudios feministas). El objetivo principal de esta ONG es promover a las jóvenes feministas y establecer la igualdad de género como una cuestión social y política que influye en la libertad y el desarrollo de la sociedad en su conjunto.
“Siempre hemos estado convencidas de que el empoderamiento y la igualdad de derechos de la mujer solo pueden lograrse si se reconoce su integridad física como condición indispensable para la soberanía y la autodeterminación”. En medio de una sociedad principalmente conservadora con un creciente malestar político, Hassan luchó incansablemente para que sus ideas fueran escuchadas.
Con el estallido de las manifestaciones del 25 de enero de 2011, que presagiaron una agitación social y el fin de 30 años de dictadura, surgieron nuevos retos y oportunidades inesperadas.
Ataques a las manifestantes
Las drásticas experiencias de los años siguientes siguen causando problemas a Hassan. "La revolución cambió mi vida". Poco después de los 18 días de protestas que llevaron a la destitución de Hosni Mubarak, las mujeres informaron acerca de angustiosos ataques de violencia sexual contra ellas durante los acontecimientos y manifestaciones políticas. “La participación en eventos políticos se convirtió en un verdadero desafío para las mujeres. Tuvieron que pagarlo caro, no sólo porque eran políticamente activas, sino principalmente porque eran mujeres. Por último, pero no por ello menos importante, como núcleo esencial del movimiento revolucionario, pudieron expresar sus preocupaciones y exigir sus derechos con mayor valentía y libertad”.
Desde marzo de 2011 hasta junio de 2014 documentaron Nazra junto con otras ONG, varios casos de agresiones sexuales colectivas a mujeres durante protestas y reuniones públicas. Las ONG también se encargaron de la atención médica, psicológica y legal de las sobrevivientes.
“Las declaraciones de las testigos fueron horribles – y eso es decirlo con delicadeza. Fue muy difícil no involucrarse emocionalmente en cada uno de estos casos”. Hassan se entrenó duro para controlar la ira, que se apoderaba de ella cada vez que ella y sus colegas se enteraban de un nuevo ataque. Al mismo tiempo, estaba orgullosa de ver que las jóvenes no se dejaban disuadir para insistir en el ejercicio de sus derechos a la libertad de expresión y organización. “Pero hubo momentos que compensaron toda la pena y el dolor. Por ejemplo, una llamada de mujeres jóvenes del Alto Egipto que estaban organizando un grupo de apoyo contra la violencia sexual. O llamadas en las que las mujeres pedían asesoramiento legal en los casos en los que trabajaban”.
Para Nazra, el apoyo jurídico y psicológico a las supervivientes de la violencia sexual siempre ha formado parte de una estrategia más amplia destinada a reformar profundamente la legislación y las normas sociales. “En esta sociedad patriarcal las mujeres luchan incansablemente por la participación en todas las áreas de la vida. Están expuestas a incontables acosos todos los días. Este abuso no puede ser responsabilidad exclusiva de los grupos de autoayuda y de las activistas de los derechos de la mujer. La revolución ha demostrado que la violencia de género tiene una dimensión política. Todo el mundo debe oponerse a esto, activistas de los derechos de la mujer, los partidos políticos, los medios de comunicación y el Estado”.
Protección contra la violencia
Junto con otras ONG específicas de género, Nazra trabajó arduamente en 2014 para que la protección de las mujeres contra la violencia quedara claramente consagrada en la constitución. “Los siete artículos que finalmente se incluyeron en la Constitución de 2014 fueron sólo una fracción de lo que realmente representamos. Sin embargo, son una notable victoria en esta larga y dura lucha“.
En el período previo a las elecciones parlamentarias de 2011 y 2015, Nazra apoyó a varias candidatas. En las áreas desfavorecidas, la ONG ayudó a las mujeres a ganar más influencia en el panorama sindical y apoyó el establecimiento de sindicatos por parte de las mujeres. Además, la ONG promueve diversas iniciativas que abordan los prejuicios de la sociedad egipcia contra la mujer.
Por el momento, las manos de Hassan están atadas de forma significativa: No puede salir del país y no tiene acceso a sus bienes. Actualmente está trabajando en su segunda maestría. Recibió su primer título en derecho internacional de los derechos humanos en la Universidad Americana de El Cairo y también tiene un diploma en sociedad civil y derechos humanos de la Universidad de El Cairo. “He aprendido mucho de las mujeres en mi vida“, señala ella. Su madre, que venía de una familia conservadora, tuvo que luchar con sus propios padres para completar su educación. “Cuando me doy cuenta de que mi madre logró convertirse en profesora universitaria y criar a dos mujeres independientes que ahora son activistas, me doy cuenta de lo fuertes que pueden ser las mujeres”.
Otra mujer fuerte que jugó un papel importante en la vida de Hassan es Magda Adly. La directora del Centro de Rehabilitación de las Víctimas de la Violencia y la Tortura, fundado en 1933 El-Nadeem, también es responsable del programa propio del centro para apoyar a las mujeres víctimas de la violencia. "Soy muy afortunada de que Magda haya sido mi mentora durante mis primeros años como activista de las mujeres. Ella me ha inspirado de muchas maneras. Me enseñó a escuchar a las mujeres y a apoyarlas en lo que quieren lograr desde su interior, sin imponerles mi propio punto de vista ni imponerles mi opinión.“ Hassan explica lo importante que es respetar el ritmo personal de una víctima de violencia. „Sólo cuando los defensores de los derechos humanos entienden que están luchando codo con codo con las víctimas y no por ellas, pueden realmente marcar la diferencia“.
Hassan es una mujer fuerte. Desde 2016 existe una prohibición de viajar para ella; los activos de Nazra for Feminist Studies (Nazra para los estudios feministas) están congelados desde enero de 2017. Un tribunal penal de El Cairo volvió a desestimar en julio de 2020 una apelación contra la prohibición y la disposición judicial. Cuando Hassen y Nazra en el año 2016 fueron galardonadas con el premio sueco Right Livelihood Award (también conocido como el "premio Nobel alternativo"), no pudieron viajar a Estocolmo para la ceremonia de entrega de premios. El premio se les concedió "por su compromiso con la igualdad y los derechos de la mujer en circunstancias de violencia, abuso y discriminación constantes".
En 2011, el Estado organizó una ola de represión masiva y de redadas contra numerosos activistas de los derechos humanos. Pero incluso las restricciones que se han impuesto desde entonces no han impedido a Hassan continuar con lo que había empezado 15 años antes. “Todo tiene su precio. Como activistas de los derechos de la mujer, incluso dentro de Nazra, estamos más que conscientes de esta condición”. La cacería de brujas contra los defensores de los derechos humanos, los activistas políticos y los activistas de la oposición continúa. Muchos de ellos pasan sus vidas tras las rejas. Hassan sabe que ella también se arriesga a una pena de hasta 25 años de prisión por delitos ficticios con cargos falsos.
Lo que realmente cuenta
Hassan es optimista. “La sociedad egipcia está cambiando, eso no se puede negar. Tal vez no tan rápido y tan drástico como desearíamos, pero el cambio es innegable”. Hassan considera que las protestas espontáneas contra el acoso sexual de los últimos tres años son el fruto de los esfuerzos de generaciones enteras de feministas y activistas de los derechos humanos. “Es posible que muchas de las jóvenes que participaron en las protestas nunca hayan oído hablar de Nazra o de otras organizaciones. Pero usan la retórica que hemos estado defendiendo durante la mayor parte de nuestras vidas. Eso da valor, no sólo a mí, sino a todos los de mi generación”.
Para Hassan, la lucha contra la violencia de género en Egipto forma parte de un movimiento mundial. En 2015, trabajó con otros activistas para construir la coalición regional de Women Human Rights Defenders (mujeres defensoras de los derechos humanos) en el Oriente Medio y el Norte de África (WHRD-MENA), para poder afrontar conjuntamente los desafíos de la región. WHRD-MENA apoya y coordina la cooperación mundial con otras WHRD, tal como se establece en la resolución sobre la protección de las defensoras de los derechos humanos de las mujeres adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2013. “El movimiento femenino en Egipto y en los países en desarrollo depende de la solidaridad y el apoyo de personas afines en otros lugares. A menudo se me pasa por la cabeza que no habría sobrevivido si no hubiéramos compartido nuestras experiencias, y a veces nuestros miedos. Muchos en la región se sienten así”. Historias de resistencia y éxito, ya sea de Siria, Palestina, Irak, Kenia o incluso América Latina. Historias que deben ser contadas y escuchadas. Sus protagonistas deben ser fortalecidos si el mundo realmente va a cambiar. “Lo que realmente cuenta son las historias y la lucha de las mujeres, no lo que el mundo piensa de las historias o la lucha“.
Traducido del alemán por Mauricio Sánchez Cárdenas.