La migración en Centroamérica responde a factores estructurales que se combinan con detonantes específicos. Entre los primeros, mencionó la desigualdad histórica, la pobreza estructural, la violencia generalizada, el crimen organizado y la corrupción. Entre los detonantes más recientes, destacó el impacto de eventos climáticos extremos, el deterioro institucional y la represión política.“Honduras enfrenta migraciones provocadas por la violencia de pandillas, el cambio climático y la pobreza rural; en El Salvador, inciden el abuso estatal, la criminalización y la falta de oportunidades juveniles; Guatemala sufre los efectos del racismo estructural, la violencia y la degradación ambiental; y en Nicaragua, la represión política ha provocado una ola sostenida de exilio
San Salvador, 8 de mayo de 2025
La Fundación Heinrich Böll, oficina para Centroamérica, participó este miércoles en la conferencia “Migración y Derecho. Situación de los migrantes en el primer cuarto de siglo XXI”, organizada por la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador. El evento reunió a especialistas del ámbito académico, jurídico y estudiantes para analizar los desafíos contemporáneos que enfrenta la población migrante desde un enfoque integral de derechos humanos, inclusión y justicia global.
Durante la inauguración del evento, Ingrid Wehr, directora de la Fundación Heinrich Böll, reafirmó la postura institucional de la organización frente al fenómeno migratorio, recordando que la migración no es una amenaza sino una oportunidad para las sociedades que la reciben. “Las personas migrantes enriquecen profundamente nuestras comunidades, no solo desde el aporte económico, sino desde su diversidad, su fuerza de trabajo y su resiliencia. En Alemania, por ejemplo, hemos visto cómo la integración de comunidades migrantes ha sido fundamental para el sostenimiento de nuestro sistema social y laboral. Apostamos por una sociedad abierta, solidaria y libre de discriminación”, también reiteró el compromiso de la organización con una migración digna y con políticas que reconozcan a las personas migrantes como sujetas de derecho y no como objetos de control. “Debemos construir un nuevo marco ético y legal que refleje la realidad de las migraciones contemporáneas, y que esté a la altura del desafío climático que enfrentamos como humanidad”.
En tanto, Rina Montti, coordinadora del componente de Democracia y Derechos Humanos de la Fundación, fue la encargada de la ponencia de apertura titulada “La migración como fenómeno estructural y humano”, en la cual planteó una visión amplia del fenómeno migratorio desde Centroamérica y su intersección con la crisis climática global. Montti argumentó que “migrar es un derecho humano consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 13) y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 12), aunque lamentablemente, este derecho se ve constantemente vulnerado por políticas restrictivas que criminalizan a quienes buscan mejores condiciones de vida”.
En su exposición, Montti subrayó que la migración en Centroamérica responde a factores estructurales que se combinan con detonantes específicos. Entre los primeros, mencionó la desigualdad histórica, la pobreza estructural, la violencia generalizada, el crimen organizado y la corrupción. Entre los detonantes más recientes, destacó el impacto de eventos climáticos extremos, el deterioro institucional y la represión política. “Honduras enfrenta migraciones provocadas por la violencia de pandillas, el cambio climático y la pobreza rural; en El Salvador, inciden el abuso estatal, la criminalización y la falta de oportunidades juveniles; Guatemala sufre los efectos del racismo estructural, la violencia y la degradación ambiental; y en Nicaragua, la represión política ha provocado una ola sostenida de exilio”, detalló.
La ponente compartió datos actualizados que evidencian la magnitud y complejidad del fenómeno. En 2023, más de 562,000 personas provenientes de Centroamérica fueron detenidas en la frontera sur de Estados Unidos, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de ese país. Asimismo, las solicitudes de asilo han experimentado un crecimiento exponencial: las de salvadoreños ante el Reino Unido aumentaron en un 1,149% entre 2016 y 2021; las de guatemaltecos en México en un 1,105%; y las de hondureños en Reino Unido en un 512%, de acuerdo con datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, marzo 2024).
Montti enfatizó que la crisis climática se ha convertido en uno de los principales impulsores de la migración forzada. “Cada décima de grado cuenta”, afirmó, retomando el informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que advierte que el planeta ya se ha calentado +1,2 °C desde la era preindustrial y que nos encaminamos hacia un escenario de +3,5 °C si no se revierten las tendencias actuales. En este contexto, la movilidad humana emerge como una estrategia de adaptación, especialmente en territorios donde la pérdida de medios de vida, el acceso limitado al agua potable y la inseguridad alimentaria empujan a las personas a abandonar sus hogares.
La coordinadora también hizo énfasis en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, sosteniendo que los países del Norte global —que históricamente han emitido la mayoría de los gases de efecto invernadero— deben asumir un mayor compromiso en la protección de las personas desplazadas por razones climáticas. “Centroamérica es una de las regiones más afectadas por el cambio climático, aunque su aporte a la crisis es mínimo. No todos hemos contribuido igual, ni todos somos impactados de la misma manera”, sostuvo.
En ese sentido, llamó a reconocer la categoría de personas refugiadas climáticas, garantizar mecanismos jurídicos eficaces de protección internacional y avanzar hacia una cooperación internacional basada en la justicia social y ambiental. “La movilidad humana es una respuesta legítima a riesgos climáticos y debe ser garantizada desde una perspectiva de derechos. La protección como refugiado implica no solo la admisión en un país, sino también la no devolución y la certeza jurídica para las personas solicitantes de asilo”, agregó Montti.
La Fundación Heinrich Böll, con presencia regional desde San Salvador, ha acompañado durante más de dos décadas los procesos sociales y democráticos en Centroamérica, promoviendo el respeto a los derechos humanos, la equidad de género y la justicia climática.