El monocultivo de caña y un encuentro para encontrar las respuestas comunitarias a sus afectaciones

Nota Informativa

El pasado 24 y 25 de junio el Eco-centro ÁNIMAS-CESTA ubicado en Santa Cruz Michapa, en el Departamento de Cuscatlán fue el lugar de encuentro en el que diferentes representantes de comunidades afectadas por el monocultivo de caña de azúcar se dieron cita, para abordar en conjunto las urgentes soluciones que el tema requiere. El encuentro, organizado por la Unidad Ecológica Salvadoreña UNES, sirvió para encontrar debatir sobre las respuestas, las expectativas, las opiniones y las afectaciones que produce la industria cañera en la vida y salud de las personas y familias que pertenecen a estas comunidades. 

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La agroindustria Azucarera en El Salvador es presentada por los sectores económicos y representantes del sector público como una actividad económica relevante dentro de la economía nacional. Indican que esta industria es generadora de empleo y aporta al crecimiento de la economía de manera permanente, agenciándose un apoyo relevante dentro de la legislación salvadoreña y en las negociaciones que han dado como resultado la firma de tratados comerciales entre El Salvador y otros países del mundo. De tal forma, esta agroindustria es sin duda alguna la actividad económica más protegida en la economía salvadoreña. Y, por supuesto, cuenta con otros estímulos para cubrir parte de la demanda global en el mercado mundial. 

Pero por otro lado, en los últimos años, se ha configurado una crítica sistemática frente al cultivo del azúcar, al atribuírsele responsabilidad en el deterioro medioambiental, incidencia en el cambio climático y en las condiciones de vida de las personas; especialmente de aquellas que laboran en la producción de la caña de azúcar y viven en las zonas de influencia del cultivo. Las advertencias lanzadas por estas voces desde hace muchos años, ahora más que nunca cuando nos encontramos frente a una probable crisis climática, empiezan a resonar más fuerte. Está claro que se necesita una valoración integral sobre la importancia para el país de la agroindustria azucarera. Más allá de la visión economicista que predomina actualmente, es indispensable incorporar en el análisis la perspectiva socio ambiental, precisamente por las amplias implicaciones que tiene para la sociedad salvadoreña.

Solo en el año 2017, el monocultivo de caña tuvo una producción de 16.38 millones de quintales de azúcar, gracias a las 100 mil manzanas de tierra utilizadas para ese proceso, por 7 mil productores que ocupan los 6 ingenios que hay en 8 de los 14 departamentos del país. 

No solo se trata del cultivo de caña de azúcar. Se trata de los impactos sociales que ese monocultivo tiene en El Salvador, que van desde el despojo de tierras a comunidades indígenas, el aumento en casos de insuficiencia renal en las zonas donde se cultiva; hasta la desforestación de bosques y manglares. 

La industria cañera ocupa agrotóxicos en todos los ciclos de producción del monocultivo, por lo que, según datos estadísticos, en El Salvador, las intoxicaciones agudas por plaguicidas entre el 2011 y el 2015, fueron producidas por más de 35 de esas sustancias. Fueron 25 personas, de 1,626, quienes fallecieron intoxicadas laboralmente. 

Un encuentro comunitario

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Ante esta grave realidad y como una medida de organización comunitaria urgente, se realizó un encuentro entre líderes y lideresas, organizado por la Unidad Ecológica Salvadoreña UNES, que sirvió para encontrar y debatir sobre las respuestas, las expectativas, las opiniones y las afectaciones que produce la industria cañera en la vida y salud de las personas y familias que pertenecen a estas comunidades.

Inicialmente, se realizó un recorrido histórico sobre el cultivo de caña, que incluyó datos estadísticos y las principales consecuencias generadas en El Salvador. Y es que, en el país, los municipios más afectados por enfermedad renal coinciden con las regiones donde se encuentran los cultivos de caña. Por ello, se resaltó el tema de los agrotóxicos, la quema de la caña y el acaparamiento de agua por parte de los ingenios azucareros.

Un comentario predominante de las personas de las comunidades fue que, a pesar de que la comercialización de azúcar representa una buena parte del ingreso económico en el país, las ganancias de los cañales no son vistas por la gente que desarrolla su vida en entornos aledaños, de ninguna forma. Por el contrario, las condiciones en las que se desarrollan les afecta y les vuelve más vulnerables. 

Pero estas personas que representan liderazgos comunitarios comentan acciones que realizan en sus territorios para mitigar las afectaciones de ese cultivo. Por ejemplo, en Garita Palmera, departamento de Ahuachapán, se han unido esfuerzos para que ni la siembra ni la quema de la última época de cultivo y zafra se realice, a través de un sistema de vigilancia comunitaria, que les obliga a relevarse entre miembros de la comunidad, para no dejar entrar a la zona a los cañeros. 

Todas las personas presentes coincidieron en que es necesario continuar realizando propuestas de alternativas y acciones para disminuir esos impactos y afectaciones en sus comunidades.

Luego, el encuentro también incluyó la realización de una actividad denominada “Café Mundial/Global”, en la cual se debatió sobre el trabajo que impulsan con la campaña “Azúcar Amarga”, la cual desde las organizaciones y las comunidades al ver que nadie estaba trabajando el tema de Caña de Azúcar en El Salvador. Crearon entonces una alianza que trabaja en todo el territorio a nivel nacional, denunciando y poniendo en agenda pública las problemáticas relacionadas con la caña; para aportar desde la experticia de cada una de las organizaciones en el tema, y para enfrentar el modelo económico extractivista actual. Entre las organizaciones que destacan en este trabajo comunitario, luego de una amplia convocatoria, son VOCES, CRIPDES, ARUMES, UNES y FESPAD.

El encuentro finalizó con una lluvia de ideas para la dinamización de la campaña en los territorios y que las organizaciones presentes asuman, difundan y respalden. Entre estas ideas, destacaron promover desde la UNES una propuesta de reforma de ley en torno a glifosato; impulsar el tema en la agenda pública con una gira de medios y convocatorias de prensa para llevar a los medios a las comunidades que tienen afectaciones, y así también poder difundir testimonios que sirvan para concientizar a más personas en las comunidades.