18 de diciembre: Día Internacional del Migrante.

En el marco del Día Internacional del Migrante, compartimos este valiosa muestra del trabajo fotográfico periodístico de Fred Ramos y Victor Peña, fotoperiodistas del Periódico El Faro, de El Salvador, quienes dieron cobertura a las Caravanas Migrantes que marcaron la situación de vida de muchos salvadoreños y centroamericanos desde noviembre de 2018 hasta este año 2019.

Un padre corre despavorido con su hijo en brazos mientras los policías federales disuaden a la multitud de centroamericanos que intentaba ingresar al territorio mexicano tras forzar la apertura del segundo portón.

Según Naciones Unidas, a lo largo de la historia de la humanidad, la migración ha sido una expresión valiente de la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor.

En la actualidad, la globalización, junto con los avances en las comunicaciones y el transporte, ha incrementado en gran medida el número de personas que tienen el deseo y la capacidad de mudarse a otros lugares.

Esta nueva era ha creado retos y oportunidades para sociedades en todo el mundo. También ha servido para subrayar el vínculo que hay entre migración y desarrollo, así como las oportunidades que ofrece para el codesarrollo, es decir, para la mejora concertada de las condiciones económicas y sociales tanto en el lugar de origen como en el de destino. 

En el marco del Día Internacional del Migrante, compartimos parte del trabajo fotográfico de Fred Ramos y Victor Peña, fotoperiodistas del Periódico El Faro, de El Salvador, quienes dieron cobertura a las Caravanas Migrantes que marcaron la situación de vida de muchos salvadoreños y centroamericanos desde noviembre de 2018 hasta este año 2019.

Los éxodos de refugiados en América.
Los éxodos de refugiados en América.
Deysi Reyes es de San Salvador y el jueves 8 noviembre de 2018 aprovechó dos horas de descanso de la caravana en el municipio de Pijijiapan, en el estado de Chiapas, México, para bañarse en el río del pueblo. En ese momento tenía 18 años y esperaba su segundo hijo. Ella y su esposo recorrían México a pie con un bebé de 8 meses. Deysi dio a luz el 5 de diciembre, en una clínica asistencial en Mexicali, justo en la frontera con Estados Unidos. (Foto Víctor Peña)
En el municipio de Mapastepec, los migrantes ya habían recorrido 145 kilómetros durante seis días desde que tocaron el suelo mexicano en la Ciudad de Hidalgo. Hombres descansan en la Ciudad Deportiva de Mapastepec, el 7 de noviembre de 2018.
Los habitantes del municipio de Huehuetán regalaron comida, agua y suero a los miembros de la caravana. Todos se abalanzaron para lograr algo para el camino. Cien metros antes, la caseta migratoria los había obligado a reagruparse. Municipio de Huehuetán, Chiapas. 7 de noviembre de 2018.
Un hombre se rasura, otro lava su ropa, otro más busca su camino a un espacio para dormir. Después de 10 días de camino, cada albergue es esencialmente un hogar. Los migrantes llegan agotados, y buscan un lugar para tener su propia intimidad. Arriaga, 8 de noviembre de 2018.
En horas de la noche, los migrantes abarrotaron un autobús rumbo a Escuintla, en Guatemala. El punto de abordaje fue en la aldea El Obraje, del municipio de Moyuta, departamento de Jutiapa. Foto: Víctor Peña.
Los migrantes de la caravana han aceptado las condiciones del Servicio Nacional de Empleo de México. Se han comenzado a registrar para acceder a un empleo en la ciudad de Tijuana. En la Avenida Venustiano Carranza, a 100 metros del muro fronterizo, el miércoles 5 de diciembre, un fotógrafo retrataba a un buen número de hombres y mujeres, les cobraba 20 pesos por fotografía para completar los formularios y obtener un carnet de trabajo en esa ciudad.
Padres desesperados, miembros de la caravana migrante, salvadoreños y hondureños, intentaron cruzar el muro fronterizo con sus hijos en brazos la tarde de este miércoles 5 de diciembre. Más de 20 personas se organizaron frente a la playa para intentar cruzar a Estados Unidos por esta zona, vigilada permanentemente por autoridades estadounidenses. Eran las 5:00 p.m.
En las afueras de la Ciudad Deportiva Benito Juárez, un migrante hondureños juega al fútbol. La lluvia destrozó por completo el albergue de la colonia Benito Juárez en la ciudad de Tijuana. La calle era el nuevo ahogar de las familias que decidieron montar sus tiendas a unos cuantos metros del muro fronterizo de Estados Unidos.
Vista general del albergue para migrantes El Barretal, instalado en la colonia Mariano Matamoros, en la ciudad de Tijuana. Después que la lluvia destrozó el albergue Benito Juárez, las autoridades mexicanas trasladaron a los migrantes hondureños a este lugar, alejado de la zona turística de Tijuana y del muro fronterizo.
Cuando la noche comenzaba a caer este sábado 8 de diciembre en la ciudad fronteriza de Tijuana, a las 5:28 p.m., dos sombras –dos hombres– se adentraron en territorio estadounidense después de saltar el muro cerca del paso conocido como El Mirador o Puente Amarillo, sobre la carretera internacional que se dirige a las playas de Tijuana.
En las playas de Tijuana, del lado mexicano, y como respuesta a la manifestación de los estadounidenses, el grupo Batalla del Norte, entonó tres canciones: La jaula de oro, Los mandados y Paso del norte. Hubo muestras de apoyo a los migrantes de los dos lados de los barrotes.
Más de 200 líderes religiosos y de organizaciones civiles estadounidenses caminaron en una columna sobre la costa para llegar al muro que divide San Diego y Tijuana. Dos helicópteros del Ejército de Estados Unidos acompañaban su trayecto.
Un hombre espera a la sombra del muro fronterizo de Estados Unidos. Espera en Playas de Tijuana, donde los migrantes han encontrado un punto para cruzar a Estados Unidos cuando la patrulla fronteriza se aleja.
Dani descansa sobre el monte, a la orilla de la carretera, cerca de la estación migratoria del municipio de Huehuetán, durante una pausa de la caravana. Dani tiene en mente buscar asilo en México. Así como en El Salvador, no hay nadie que lo espere en Estados Unidos.
La pequeña plaza del municipio de Huixtla, Chiapas, no dio abasto para albergar a más de 2 mil personas. Muchos abarrotaron las aceras y calles aledañas, donde el comercio funcionaba sin interrupción, como un pueblo acostumbrado al fenómeno de la migración.
"Yo me iba a matar debajo del puente Urbina (en San Miguel). Ya no quería seguir con mi mala vida. Iba a tomar veneno para ratas", recordó Dani a orillas del río Huixtla, durante su huida, donde pasó la tarde del 6 de noviembre junto a Víctor, su compañero de viaje.
La caravana de migrantes salvadoreños descansa a la orilla de la carretera, cerca de una estación migratoria, en el municipio de Mapastepec, en el estado de Chiapas, México, el siete de noviembre de 2018. La caravana avanzó ese día hasta el municipio de Arriaga.
Habían caminado por cuatro horas. Dani y Víctor se acomodaron en el asfalto, cerca del municipio de Mapastepec, a 125 kilómetros de la frontera con Guatemala. "Nunca creí que este camino fuera tan pesado, quiero regresar, no creo que aguante", dijo. Aún mientras se quejaba, Dani reía. Dos horas después, su decisión cambió. En medio de la caravana se corrió el rumor de que Canadá les daría asilo. Creyó en eso y siguió. Era solo eso, un rumor.
Glenda del Cid tiene 21 años. Salió de San Miguel, en El Salvador, el 30 de octubre de 2018 para unirse a una de las múltiples caravanas de esos días. Escapaba de la falta de empleo. El 8 de noviembre su grupo hizo una escala de diez horas en la cancha de fútbol de la ciudad deportiva del municipio de Arriaga, en Chiapas, México, convertida por las autoridades en albergue provisional.
El muro fronterizo que divide Estados Unidos y Latinoamérica. Aquí las caravanas se desintegraron después de un largo camino. Playas de Tijuana, Baja California, México, 5 de diciembre de 2018.
El viernes 7 de diciembre, cuatro jóvenes se acercaron con la primera luz del día para pedir trabajo en una construcción. El capataz dijo que no había más trabajo. Desde que la caravana fue trasladada al albergue El Barretal, muchos han salido a las calles aledañas en busca de una oportunidad laboral. El hacinamiento, el ocio y la falta de dinero han comenzado a desesperar a los migrantes. Muchos de ellos deben enviar remesas a sus familias, tras casi dos meses de haber salido de sus países.
Ubence Tróchez, de 34 años, trabaja como albañil en la construcción de una gasolinera. Junto a él trabajan cinco migrantes más. Ubence era albañil en Santa Bárbara, su pueblo en Honduras. En su país, estuvo desempleado durante seis meses. Su crisis lo obligó a unirse a la primer caravana el 12 de octubre.
Una muralla de agentes de la Patrulla Fronteriza custodiaba la zona y bloqueó el paso de la caravana a 30 metros del muro, sobre la costa de San Diego.
Unos recargan sus teléfonos, otros duermen, otros cantan, otros hablan. El Auditorio Municipal de Mapastepec era un espacio parecido a una cárcel salvadoreña. Migrantes hacinados en las gradas, en las canchas, en los baños. El calor era sofocante.
Un migrante espera su turno para tomar un baño, en el Auditorio Municipal de Mapastepec, el 7 de noviembre, cinco días después de haber ingresado a México.
Socorristas de la Cruz Roja Mexicana curan las ampollas a un migrante, en el municipio de Huixtla, estado de Chiapas, el lunes 5 de noviembre. Ese día la caravana recorrió 50 kilómetros en caminata durante 14 horas. El calor intenso y la lluvia también afectaron la salud de un buen número.
Aníbal Muñoz, originario de Progreso, Honduras. Con 29 años ha intentado su viaje tres veces hacia Estados Unidos. Esperaba en la frontera Tecún Umán hasta que México le otorgue su credencial por un año. Aníbal lava su ropa en el río Suchiate, y asegura que ha abandonado la idea de Estados Unidos a cambio de intentar una vida en México.
Después de 15 horas de recorrido en vehículos y caminata, la caravana tomó un descanso a la orilla de la carretera que de El Salvador conduce a Guatemala.
Al final de la tarde del jueves 1 de noviembre, después de 31 horas de recorrido, los miembros de la caravana tomaron un baño en el río Suchiate. Frente a ellos se paseaban las balsas de madera, y, del otro lado, las patrullas de la Policía mexicana se hacían notar.
La mañana del viernes 2 de noviembre, la caravana de migrantes salvadoreños estaba plantada frente al puente Rodolfo Robles, que une a Guatemala con México. Ante la oferta de asilo por parte del Gobierno de México, retornaron para panificar su paso por el río Suchiate, como indocumentados.
Algunos migrantes cruzaron risueños el río Suchiate. Conquistaron sus aguas y lograron pisar tierra que horas antes les habían negado en el puente. Llegaron a México.
Cada ciudad o pueblo es un triunfo para la caravana. Muchos rostros llenos de alegría. Los que escaparon porque un país se les terminó, caminan alegres en medio del riesgo que significar cruzar México para llegara a Estados Unidos. La caravana llegaba a la ciudad de Tapachula, el 4 de noviembre de 2018.
Viernes 19 de octubre. Un grupo de migrantes hondureños viajan al interior de un furgón de carga para unirse a la caravana migrante que se concentraba en la frontera de Tecún Umán, que colinda con Chiapas, México. Foto: Fred Ramos.
Viernes 19 de octubre. Luego de arrasar los portones de la aduana guatemalteca, la avalancha de migrantes se apoderó del puente "doctor Rodolfo Robles", que cruza el río Suchiate, frontera natural entre Guatemala y México. Foto: Fred Ramos.
Un padre corre despavorido con su hijo en brazos mientras los policías federales disuaden a la multitud de centroamericanos que intentaba ingresar al territorio mexicano tras forzar la apertura del segundo portón.
Viernes 19 de octubre. La caravana migrante se estrelló contra el portón de la aduana mexicana, que da paso al municipio de Ciudad Hidalgo, estado de Chiapas. Foto: Fred Ramos.
Sábado 20 de octubre. A lo largo de ese día, la concentración de migrantes sobre el puente fue disminuyendo a pasos agigantados. Miles atravesaron por su cuenta el río Suchiate. Foto: Fred Ramos
Migrantes centroamericanos esperan la salida de un microbús de transporte colectivo, que los llevará de Masatepec a Pijijiapan, Chiapas. Algunos de los migrantes de la caravana optan por tomar microbuses para evitar caminar decenas de kilómetros.
Jóvenes hondureños se preparan a las 4:00 de la madrugada para salir del municipio de Masatepec rumbo a Pijijiapan, ambos del estado de Chiapas, el 25 de octubre. Ese día los migrantes de la caravana recorrieron 48.4 kilómetros.
Migrantes centroamericanos avanzan en su camino hacia los Estados Unidos en la carretera 190 que conduce hacia el estado de Oxaca, el 27 de octubre. La movilización de la caravana inicia desde las 3:00 a. m. para evitar lo más posible las horas más calurosas.
Miembros de la caravana caminan hacia Pijijiapan, Chiapas, sobre la carretera 200, el 25 de octubre. Hasta la fecha, la caravana ha recorrido 340.4 kilómetros en el territorio mexicano.
Migrantes de la caravana se dan un baño en el municipio de Arriaga, Chiapas, el 26 de octubre. Ese día, la caravana avanzó 101.8 kilómetros, desde Pijijiapan hasta Arriaga, el recorrido más largo hasta la fecha.
Un niño hondureño juega en las líneas del tren de Arriaga con una máscara de diablo que compró por 6 pesos mexicanos, el 26 de octubre. Él asegura que desea llegar a Estados Unidos para evitar que la pandilla MS-13 lo siga acosando para que se incorpore.
Dilan Ramírez, de 5 meses, hondureño, duerme en uno de los albergues improvisados por la municipalidad en Mapastepec, Chiapas, el 24 de octubre. Miles de bebés viajan junto con sus padres en la caravana, enfrentando la intemperie.
Cientos de migrantes centroamericanos ingresan al estado de Oaxaca en un trailer, un par de horas después de que la policía les bloqueara el paso sobre la carretera México 190.
Albergue provisional para los migrantes de la caravana en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. 31 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos.
Miles atravesaron por su cuenta el río Suchiate. Foto: Fred Ramos
Génesis Cardona, de seis años, juega con un hula hula en el albergue de Juchitán, Oaxaca, el 30 de octubre. Los pandilleros desplazaron forzosamente a toda su familia de la casa en donde vivían en la ciudad de La Ceiba, Honduras.
"¿Por qué nos matan? ¿Por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina", corearon algunos de los migrantes en su camino al muro de Estados Unidos. En la imagen, algunos migrantes descienden al canal tras romper una malla ciclón.
Una columna de migrantes camina al lado del muro, aún del lado meicano. Al fondo, un pick up de la Patrulla Fronteriza estadounidense recorre la frontera.
Migrantes hondureños observan hacia el territorio estadounidense. El muro blanco del fondo es utilizado por la Patrulla Fronteriza para recorrer en vehículo la frontera, pero ya se considera territorio estadounidense.
Un migrante centroamericano corre del lado estadounidense. Algunos de los que iban a la vanguardia de la marcha se atrevieron a saltar el segundo muro, a caer en territorio de Estados Unidos, justo en esa zona de despeje que patrullan las autoridades de ese país. Sin embargo, la mayoría se regresó a México al ver a la Patrulla Fronteriza acercarse. Otros fueron detenidos ahí mismo.
Una tijuanense, activista anti migrantes conocida en redes sociales como Paloma for Trump, realiza una transmisión en vivo, en sus redes sociales, del platón de los migrantes en la garita de El Chaparral. Algunos tijuanenses hicieron activismo en redes y en algunas marchas contra la presencia de los centroamericanos en esa ciudad.
Un niño hondureño juega con una manta en el albergue en Tijuana. Según Unicef, 2,300 niños entraron en México como parte de la primera caravana de migrantes, la que partió el 12 de octubre de San Pedro Sula, Honduras.
Un migrante centroamericano se cruza el muro con Estados Unidos el 25 de noviembre. Unos 200 migrantes intentaron cruzar la frontera ese mismo día, decenas de ellos fueron capturados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Nicole Cruz y David García observan hacia el lado estadounidense del muro junto a su hijo de dos años, Mateo García. La familia García decidió huir de Honduras debido a amenazas de la pandilla Barrio 18.
Los éxodos de refugiados en América.
Esteban Orellana, de 15 años, observa a través del muro hacia el lado estadounidense. Orellana intentaba cruzar esa misma noche, pero la presencia de la Patrulla Fronteriza lo hizo cambiar de opinión. El cruce por la zona de playas, un sector vigilado habitualmente y sobrevigilado desde la llegada de las caravanas, es un despropósito, un síntoma de la desesperación de quienes llevan semanas varados en esta ciudad.
Los éxodos de refugiados en América.
Los éxodos de refugiados en América.
Deysi Reyes es de San Salvador y el jueves 8 noviembre de 2018 aprovechó dos horas de descanso de la caravana en el municipio de Pijijiapan, en el estado de Chiapas, México, para bañarse en el río del pueblo. En ese momento tenía 18 años y esperaba su segundo hijo. Ella y su esposo recorrían México a pie con un bebé de 8 meses. Deysi dio a luz el 5 de diciembre, en una clínica asistencial en Mexicali, justo en la frontera con Estados Unidos. (Foto Víctor Peña)
En el municipio de Mapastepec, los migrantes ya habían recorrido 145 kilómetros durante seis días desde que tocaron el suelo mexicano en la Ciudad de Hidalgo. Hombres descansan en la Ciudad Deportiva de Mapastepec, el 7 de noviembre de 2018.
Los habitantes del municipio de Huehuetán regalaron comida, agua y suero a los miembros de la caravana. Todos se abalanzaron para lograr algo para el camino. Cien metros antes, la caseta migratoria los había obligado a reagruparse. Municipio de Huehuetán, Chiapas. 7 de noviembre de 2018.
Un hombre se rasura, otro lava su ropa, otro más busca su camino a un espacio para dormir. Después de 10 días de camino, cada albergue es esencialmente un hogar. Los migrantes llegan agotados, y buscan un lugar para tener su propia intimidad. Arriaga, 8 de noviembre de 2018.
En horas de la noche, los migrantes abarrotaron un autobús rumbo a Escuintla, en Guatemala. El punto de abordaje fue en la aldea El Obraje, del municipio de Moyuta, departamento de Jutiapa. Foto: Víctor Peña.
Los migrantes de la caravana han aceptado las condiciones del Servicio Nacional de Empleo de México. Se han comenzado a registrar para acceder a un empleo en la ciudad de Tijuana. En la Avenida Venustiano Carranza, a 100 metros del muro fronterizo, el miércoles 5 de diciembre, un fotógrafo retrataba a un buen número de hombres y mujeres, les cobraba 20 pesos por fotografía para completar los formularios y obtener un carnet de trabajo en esa ciudad.
Padres desesperados, miembros de la caravana migrante, salvadoreños y hondureños, intentaron cruzar el muro fronterizo con sus hijos en brazos la tarde de este miércoles 5 de diciembre. Más de 20 personas se organizaron frente a la playa para intentar cruzar a Estados Unidos por esta zona, vigilada permanentemente por autoridades estadounidenses. Eran las 5:00 p.m.
En las afueras de la Ciudad Deportiva Benito Juárez, un migrante hondureños juega al fútbol. La lluvia destrozó por completo el albergue de la colonia Benito Juárez en la ciudad de Tijuana. La calle era el nuevo ahogar de las familias que decidieron montar sus tiendas a unos cuantos metros del muro fronterizo de Estados Unidos.
Vista general del albergue para migrantes El Barretal, instalado en la colonia Mariano Matamoros, en la ciudad de Tijuana. Después que la lluvia destrozó el albergue Benito Juárez, las autoridades mexicanas trasladaron a los migrantes hondureños a este lugar, alejado de la zona turística de Tijuana y del muro fronterizo.
Cuando la noche comenzaba a caer este sábado 8 de diciembre en la ciudad fronteriza de Tijuana, a las 5:28 p.m., dos sombras –dos hombres– se adentraron en territorio estadounidense después de saltar el muro cerca del paso conocido como El Mirador o Puente Amarillo, sobre la carretera internacional que se dirige a las playas de Tijuana.
En las playas de Tijuana, del lado mexicano, y como respuesta a la manifestación de los estadounidenses, el grupo Batalla del Norte, entonó tres canciones: La jaula de oro, Los mandados y Paso del norte. Hubo muestras de apoyo a los migrantes de los dos lados de los barrotes.
Más de 200 líderes religiosos y de organizaciones civiles estadounidenses caminaron en una columna sobre la costa para llegar al muro que divide San Diego y Tijuana. Dos helicópteros del Ejército de Estados Unidos acompañaban su trayecto.
Un hombre espera a la sombra del muro fronterizo de Estados Unidos. Espera en Playas de Tijuana, donde los migrantes han encontrado un punto para cruzar a Estados Unidos cuando la patrulla fronteriza se aleja.
Dani descansa sobre el monte, a la orilla de la carretera, cerca de la estación migratoria del municipio de Huehuetán, durante una pausa de la caravana. Dani tiene en mente buscar asilo en México. Así como en El Salvador, no hay nadie que lo espere en Estados Unidos.
La pequeña plaza del municipio de Huixtla, Chiapas, no dio abasto para albergar a más de 2 mil personas. Muchos abarrotaron las aceras y calles aledañas, donde el comercio funcionaba sin interrupción, como un pueblo acostumbrado al fenómeno de la migración.
"Yo me iba a matar debajo del puente Urbina (en San Miguel). Ya no quería seguir con mi mala vida. Iba a tomar veneno para ratas", recordó Dani a orillas del río Huixtla, durante su huida, donde pasó la tarde del 6 de noviembre junto a Víctor, su compañero de viaje.
La caravana de migrantes salvadoreños descansa a la orilla de la carretera, cerca de una estación migratoria, en el municipio de Mapastepec, en el estado de Chiapas, México, el siete de noviembre de 2018. La caravana avanzó ese día hasta el municipio de Arriaga.
Habían caminado por cuatro horas. Dani y Víctor se acomodaron en el asfalto, cerca del municipio de Mapastepec, a 125 kilómetros de la frontera con Guatemala. "Nunca creí que este camino fuera tan pesado, quiero regresar, no creo que aguante", dijo. Aún mientras se quejaba, Dani reía. Dos horas después, su decisión cambió. En medio de la caravana se corrió el rumor de que Canadá les daría asilo. Creyó en eso y siguió. Era solo eso, un rumor.
Glenda del Cid tiene 21 años. Salió de San Miguel, en El Salvador, el 30 de octubre de 2018 para unirse a una de las múltiples caravanas de esos días. Escapaba de la falta de empleo. El 8 de noviembre su grupo hizo una escala de diez horas en la cancha de fútbol de la ciudad deportiva del municipio de Arriaga, en Chiapas, México, convertida por las autoridades en albergue provisional.
El muro fronterizo que divide Estados Unidos y Latinoamérica. Aquí las caravanas se desintegraron después de un largo camino. Playas de Tijuana, Baja California, México, 5 de diciembre de 2018.
El viernes 7 de diciembre, cuatro jóvenes se acercaron con la primera luz del día para pedir trabajo en una construcción. El capataz dijo que no había más trabajo. Desde que la caravana fue trasladada al albergue El Barretal, muchos han salido a las calles aledañas en busca de una oportunidad laboral. El hacinamiento, el ocio y la falta de dinero han comenzado a desesperar a los migrantes. Muchos de ellos deben enviar remesas a sus familias, tras casi dos meses de haber salido de sus países.
Ubence Tróchez, de 34 años, trabaja como albañil en la construcción de una gasolinera. Junto a él trabajan cinco migrantes más. Ubence era albañil en Santa Bárbara, su pueblo en Honduras. En su país, estuvo desempleado durante seis meses. Su crisis lo obligó a unirse a la primer caravana el 12 de octubre.
Una muralla de agentes de la Patrulla Fronteriza custodiaba la zona y bloqueó el paso de la caravana a 30 metros del muro, sobre la costa de San Diego.
Unos recargan sus teléfonos, otros duermen, otros cantan, otros hablan. El Auditorio Municipal de Mapastepec era un espacio parecido a una cárcel salvadoreña. Migrantes hacinados en las gradas, en las canchas, en los baños. El calor era sofocante.
Un migrante espera su turno para tomar un baño, en el Auditorio Municipal de Mapastepec, el 7 de noviembre, cinco días después de haber ingresado a México.
Socorristas de la Cruz Roja Mexicana curan las ampollas a un migrante, en el municipio de Huixtla, estado de Chiapas, el lunes 5 de noviembre. Ese día la caravana recorrió 50 kilómetros en caminata durante 14 horas. El calor intenso y la lluvia también afectaron la salud de un buen número.
Aníbal Muñoz, originario de Progreso, Honduras. Con 29 años ha intentado su viaje tres veces hacia Estados Unidos. Esperaba en la frontera Tecún Umán hasta que México le otorgue su credencial por un año. Aníbal lava su ropa en el río Suchiate, y asegura que ha abandonado la idea de Estados Unidos a cambio de intentar una vida en México.
Después de 15 horas de recorrido en vehículos y caminata, la caravana tomó un descanso a la orilla de la carretera que de El Salvador conduce a Guatemala.
Al final de la tarde del jueves 1 de noviembre, después de 31 horas de recorrido, los miembros de la caravana tomaron un baño en el río Suchiate. Frente a ellos se paseaban las balsas de madera, y, del otro lado, las patrullas de la Policía mexicana se hacían notar.
La mañana del viernes 2 de noviembre, la caravana de migrantes salvadoreños estaba plantada frente al puente Rodolfo Robles, que une a Guatemala con México. Ante la oferta de asilo por parte del Gobierno de México, retornaron para panificar su paso por el río Suchiate, como indocumentados.
Algunos migrantes cruzaron risueños el río Suchiate. Conquistaron sus aguas y lograron pisar tierra que horas antes les habían negado en el puente. Llegaron a México.
Cada ciudad o pueblo es un triunfo para la caravana. Muchos rostros llenos de alegría. Los que escaparon porque un país se les terminó, caminan alegres en medio del riesgo que significar cruzar México para llegara a Estados Unidos. La caravana llegaba a la ciudad de Tapachula, el 4 de noviembre de 2018.
Viernes 19 de octubre. Un grupo de migrantes hondureños viajan al interior de un furgón de carga para unirse a la caravana migrante que se concentraba en la frontera de Tecún Umán, que colinda con Chiapas, México. Foto: Fred Ramos.
Viernes 19 de octubre. Luego de arrasar los portones de la aduana guatemalteca, la avalancha de migrantes se apoderó del puente "doctor Rodolfo Robles", que cruza el río Suchiate, frontera natural entre Guatemala y México. Foto: Fred Ramos.
Un padre corre despavorido con su hijo en brazos mientras los policías federales disuaden a la multitud de centroamericanos que intentaba ingresar al territorio mexicano tras forzar la apertura del segundo portón.
Viernes 19 de octubre. La caravana migrante se estrelló contra el portón de la aduana mexicana, que da paso al municipio de Ciudad Hidalgo, estado de Chiapas. Foto: Fred Ramos.
Sábado 20 de octubre. A lo largo de ese día, la concentración de migrantes sobre el puente fue disminuyendo a pasos agigantados. Miles atravesaron por su cuenta el río Suchiate. Foto: Fred Ramos
Migrantes centroamericanos esperan la salida de un microbús de transporte colectivo, que los llevará de Masatepec a Pijijiapan, Chiapas. Algunos de los migrantes de la caravana optan por tomar microbuses para evitar caminar decenas de kilómetros.
Jóvenes hondureños se preparan a las 4:00 de la madrugada para salir del municipio de Masatepec rumbo a Pijijiapan, ambos del estado de Chiapas, el 25 de octubre. Ese día los migrantes de la caravana recorrieron 48.4 kilómetros.
Migrantes centroamericanos avanzan en su camino hacia los Estados Unidos en la carretera 190 que conduce hacia el estado de Oxaca, el 27 de octubre. La movilización de la caravana inicia desde las 3:00 a. m. para evitar lo más posible las horas más calurosas.
Miembros de la caravana caminan hacia Pijijiapan, Chiapas, sobre la carretera 200, el 25 de octubre. Hasta la fecha, la caravana ha recorrido 340.4 kilómetros en el territorio mexicano.
Migrantes de la caravana se dan un baño en el municipio de Arriaga, Chiapas, el 26 de octubre. Ese día, la caravana avanzó 101.8 kilómetros, desde Pijijiapan hasta Arriaga, el recorrido más largo hasta la fecha.
Un niño hondureño juega en las líneas del tren de Arriaga con una máscara de diablo que compró por 6 pesos mexicanos, el 26 de octubre. Él asegura que desea llegar a Estados Unidos para evitar que la pandilla MS-13 lo siga acosando para que se incorpore.
Dilan Ramírez, de 5 meses, hondureño, duerme en uno de los albergues improvisados por la municipalidad en Mapastepec, Chiapas, el 24 de octubre. Miles de bebés viajan junto con sus padres en la caravana, enfrentando la intemperie.
Cientos de migrantes centroamericanos ingresan al estado de Oaxaca en un trailer, un par de horas después de que la policía les bloqueara el paso sobre la carretera México 190.
Albergue provisional para los migrantes de la caravana en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. 31 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos.
Miles atravesaron por su cuenta el río Suchiate. Foto: Fred Ramos
Génesis Cardona, de seis años, juega con un hula hula en el albergue de Juchitán, Oaxaca, el 30 de octubre. Los pandilleros desplazaron forzosamente a toda su familia de la casa en donde vivían en la ciudad de La Ceiba, Honduras.
"¿Por qué nos matan? ¿Por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina", corearon algunos de los migrantes en su camino al muro de Estados Unidos. En la imagen, algunos migrantes descienden al canal tras romper una malla ciclón.
Una columna de migrantes camina al lado del muro, aún del lado meicano. Al fondo, un pick up de la Patrulla Fronteriza estadounidense recorre la frontera.
Migrantes hondureños observan hacia el territorio estadounidense. El muro blanco del fondo es utilizado por la Patrulla Fronteriza para recorrer en vehículo la frontera, pero ya se considera territorio estadounidense.
Un migrante centroamericano corre del lado estadounidense. Algunos de los que iban a la vanguardia de la marcha se atrevieron a saltar el segundo muro, a caer en territorio de Estados Unidos, justo en esa zona de despeje que patrullan las autoridades de ese país. Sin embargo, la mayoría se regresó a México al ver a la Patrulla Fronteriza acercarse. Otros fueron detenidos ahí mismo.
Una tijuanense, activista anti migrantes conocida en redes sociales como Paloma for Trump, realiza una transmisión en vivo, en sus redes sociales, del platón de los migrantes en la garita de El Chaparral. Algunos tijuanenses hicieron activismo en redes y en algunas marchas contra la presencia de los centroamericanos en esa ciudad.
Un niño hondureño juega con una manta en el albergue en Tijuana. Según Unicef, 2,300 niños entraron en México como parte de la primera caravana de migrantes, la que partió el 12 de octubre de San Pedro Sula, Honduras.
Un migrante centroamericano se cruza el muro con Estados Unidos el 25 de noviembre. Unos 200 migrantes intentaron cruzar la frontera ese mismo día, decenas de ellos fueron capturados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Nicole Cruz y David García observan hacia el lado estadounidense del muro junto a su hijo de dos años, Mateo García. La familia García decidió huir de Honduras debido a amenazas de la pandilla Barrio 18.
Los éxodos de refugiados en América.
Esteban Orellana, de 15 años, observa a través del muro hacia el lado estadounidense. Orellana intentaba cruzar esa misma noche, pero la presencia de la Patrulla Fronteriza lo hizo cambiar de opinión. El cruce por la zona de playas, un sector vigilado habitualmente y sobrevigilado desde la llegada de las caravanas, es un despropósito, un síntoma de la desesperación de quienes llevan semanas varados en esta ciudad.
 

Según publica El Faro, unos 500 migrantes centroamericanos de la caravana instalada en Tijuana, Baja California, desde el 11 de noviembre, realizaron una marcha el domingo 25, la cual pretendía llegar a El Chaparral, un punto fronterizo formal entre México y Estados Unidos. Sobre el puente que llega hasta las oficinas migratorias, la Policía Federal les impidió el paso. Cientos de los convocados empezaron a internarse hacia la frontera de Estados Unidos por abajo del puente custodiado. La manifestación se convirtió en una desbandada hacia el norte. Ese fue el inicio de una larga y dolorosa historia para muchas personas centroamericanas. 

Para más información, puede visitar el sitio especial de Naciones Unidas. 

Esteban Orellana, de 15 años, observa a través del muro hacia el lado estadounidense. Orellana intentaba cruzar esa misma noche, pero la presencia de la Patrulla Fronteriza lo hizo cambiar de opinión. El cruce por la zona de playas, un sector vigilado habitualmente y sobrevigilado desde la llegada de las caravanas, es un despropósito, un síntoma de la desesperación de quienes llevan semanas varados en esta ciudad.

Esteban Orellana, de 15 años, observa a través del muro hacia el lado estadounidense. Orellana intentaba cruzar esa misma noche, pero la presencia de la Patrulla Fronteriza lo hizo cambiar de opinión. El cruce por la zona de playas, un sector vigilado habitualmente y sobrevigilado desde la llegada de las caravanas, es un despropósito, un síntoma de la desesperación de quienes llevan semanas varados en esta ciudad. Foto de Fred Ramos. 

Nicole Cruz y David García observan hacia el lado estadounidense del muro junto a su hijo de dos años, Mateo García. La familia García decidió huir de Honduras debido a amenazas de la pandilla Barrio 18.

Nicole Cruz y David García observan hacia el lado estadounidense del muro junto a su hijo de dos años, Mateo García. La familia García decidió huir de Honduras debido a amenazas de la pandilla Barrio 18. Foto de Fred Ramos. 

Viernes 19 de octubre. Un grupo de migrantes hondureños viajan al interior de un furgón de carga para unirse a la caravana migrante que se concentraba en la frontera de Tecún Umán, que colinda con Chiapas, México. Foto: Fred Ramos.

Viernes 19 de octubre. Un grupo de migrantes hondureños viajan al interior de un furgón de carga para unirse a la caravana migrante que se concentraba en la frontera de Tecún Umán, que colinda con Chiapas, México. Foto: Fred Ramos. 

Génesis Cardona, de seis años, juega con un hula hula en el albergue de Juchitán, Oaxaca, el 30 de octubre. Los pandilleros desplazaron forzosamente a toda su familia de la casa en donde vivían en la ciudad de La Ceiba, Honduras.

Génesis Cardona, de seis años, juega con un hula hula en el albergue de Juchitán, Oaxaca, el 30 de octubre. Los pandilleros desplazaron forzosamente a toda su familia de la casa en donde vivían en la ciudad de La Ceiba, Honduras. Foto de Fred Ramos. 

La mañana del viernes 2 de noviembre, la caravana de migrantes salvadoreños estaba plantada frente al puente Rodolfo Robles, que une a Guatemala con México. Ante la oferta de asilo por parte del Gobierno de México, retornaron para panificar su paso por el río Suchiate, como indocumentados.

La mañana del viernes 2 de noviembre, la caravana de migrantes salvadoreños estaba plantada frente al puente Rodolfo Robles, que une a Guatemala con México. Ante la oferta de asilo por parte del Gobierno de México, retornaron para panificar su paso por el río Suchiate, como indocumentados. Foto de Victor Peña.

Socorristas de la Cruz Roja Mexicana curan las ampollas a un migrante, en el municipio de Huixtla, estado de Chiapas, el lunes 5 de noviembre. Ese día la caravana recorrió 50 kilómetros en caminata durante 14 horas. El calor intenso y la lluvia también afectaron la salud de un buen número.

Socorristas de la Cruz Roja Mexicana curan las ampollas a un migrante, en el municipio de Huixtla, estado de Chiapas, el lunes 5 de noviembre. Ese día la caravana recorrió 50 kilómetros en caminata durante 14 horas. El calor intenso y la lluvia también afectaron la salud de un buen número. Foto de Víctor Peña.

Una muralla de agentes de la Patrulla Fronteriza custodiaba la zona y bloqueó el paso de la caravana a 30 metros del muro, sobre la costa de San Diego.

Una muralla de agentes de la Patrulla Fronteriza custodiaba la zona y bloqueó el paso de la caravana a 30 metros del muro, sobre la costa de San Diego. Foto de Víctor Peña.

Glenda del Cid tiene 21 años. Salió de San Miguel, en El Salvador, el 30 de octubre de 2018 para unirse a una de las múltiples caravanas de esos días. Escapaba de la falta de empleo. El 8 de noviembre su grupo hizo una escala de diez horas en la cancha de fútbol de la ciudad deportiva del municipio de Arriaga, en Chiapas, México, convertida por las autoridades en albergue provisional.

Glenda del Cid tiene 21 años. Salió de San Miguel, en El Salvador, el 30 de octubre de 2018 para unirse a una de las múltiples caravanas de esos días. Escapaba de la falta de empleo.
El 8 de noviembre su grupo hizo una escala de diez horas en la cancha de fútbol de la ciudad deportiva del municipio de Arriaga, en Chiapas, México, convertida por las autoridades en albergue provisional. Al día siguiente, a las 4 de la mañana, emprenderían camino de nuevo. Glenda, antes de dormir en el pedazo de grama del que se apropió esa noche, se pintó los labios. Foto de Víctor Peña.
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