Visiones de un mundo con 100% de energía verde

Hace algunas semanas, la atención internacional se volcó hacia los “viernes por el futuro,” un movimiento ambiental que se ha expandido por todo el mundo. Esta protesta global está encabezada por estudiantes y jóvenes que exigen de sus representantes políticos medidas en defensa del clima y contra el cambio climático. Uno de estos cambios podría ser la transición energética hacia el uso de energía verde. 

Pero a este, como a muchos movimientos ambientales antes, representantes políticos y el sector energético han respondido que tal transición no sería factible y costaría demasiado. Tales excusas han sido desmentidas por un nuevo estudio[1] realizado por científicos finlandeses de la universidad LUT en cooperación con la organización alemana Energy Watch Group. El estudio comprueba no solamente que es absolutamente posible cambiar toda la producción de energía a energía sostenible a nivel mundial hasta el año 2050, sino también afirma que esto sería incluso más barato a largo plazo.

El estudio que se presentó el 12 de abril de 2019 en Berlín, Alemania, es el primero que modela un escenario de un sistema global de energía renovable al 100% que ayudaría mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C y calcula el impacto que tendría al sector laboral y económico. Según sus autores, tal sistema de energía de cero emisiones en los sectores de electricidad, calor, transporte y desalinización sería incluso más barato que el sistema de energía actual. Pero, ¿es realmente tan simple eliminar gradualmente los combustibles fósiles y alcanzar la transición energética completa? El siguiente artículo discute lo que los investigadores han encontrado y los retos que aún se encuentran en el camino al 100% de energía verde.

¿Cómo será posible la transición a un sistema de solamente energía renovable?

Este estudio es uno de los más extensos, investigando datos sobre las condiciones climáticas y del viento, así como datos específicos del sitio, como de la infraestructura o recursos hídricos de todo el mundo.  Además, la investigación no solamente se base en la mediana del año, sino que también tiene en cuenta los datos meteorológicos de cada hora de un año de muestra. De esta manera, se puede examinar cuando existen amenazas de escasez de energía y cómo pueden compensarse. Se divide el mundo en 145 regiones y se calcula la mezcla de energía verde necesaria para suministrar cada de estas regiones.

Aunque la demanda energética va a crecer en el mundo, una transición de combustibles fósiles y energía nuclear a una mezcla entre energía eléctrica producida de manera sostenible y energía ganada por calor y biocombustibles sostenibles podría cubrir estas necesidades. Estas energías verdes serán producidas de manera descentralizada y regional, disminuyendo la dependencia energética de cada región. El estudio calcula la mezcla optímala de fuentes de energía renovable para todas las regiones del mundo con ayuda de datos climáticos y circunstancias especiíficas de cada una de ellas.

A nivel mundial, la energía solar fotovoltaica y la energía eólica se impondrían como las fuentes de suministro de electricidad más importantes, con un 69% y un 18 % respectivamente, del suministro energético primario total para 2050.

 

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Debido a sus condiciones climáticas, también en México, la energía solar podría cubrir la mayor parte de la demanda de energía, mientras que solamente una pequeña fracción lo proporcionaría la energía eólica e hidráulica.[2] Tal composición de diferentes fuentes de energía renovable se vería diferente en otras partes del mundo. Así, por ejemplo en Chile y Argentina donde el sol es menos fuerte, se aprovecharía más del viento como fuente de energía y la energía eólica constituiría una parte más grande de la producción de energía.[3]

Pero, ¿qué pasa cuando el sol no sale o hay calma de viento? Después de todo, el tiempo no es tan fiable como el carbón u otros combustibles fósiles. Por ello, las tecnologías de almacenamiento de energía y calor van a jugar un rol sumamente importante en el sistema de suministro energético para el futuro. Además de baterías y bombas caloríficas, también los combustibles sintéticos limpios como el hidrógeno van a formar parte de un sistema para impedir cortaduras de energía. El hidrógeno en particular tiene otra ventaja. Esta es que también se puede usar para calentar y como combustible alternativo para medios de transporte, convirtiendo ambos sectores 100% renovables.

¿Y cuánto nos costará todo eso?

La respuesta a esta pregunta es “nada,” aun podríamos ahorrar dinero si desistiéramos de las fuentes energéticas tradicionales, según el estudio. Pues, no es tan fácil después de todo. Aunque sí es verdad que a largo plazo nos costaría menos la energía renovable, la transición completa adquiriría una inversión global de 67,200 mil millones de euros (1,424,740 mil millones de pesos) para transformar la infraestructura inicialmente. No obstante, hasta el año 2050 se reducirían los costos y si pagamos 54 euros (1145 pesos) de promedio para cada kilovatio-hora de energía en el año 2015, entonces este solamente nos costaría 53 euros (1123 pesos).[4]

Además el estudio contradice otro argumento que parece muy popular entre los defensores de las fuentes energéticas tradicionales, que es que una transición en el sector energético significaría la pérdida de empleo para mucha gente trabajando en este sector. Frente a ello, el modelo responde que la cantidad de empleos en el sector energético no se reduciría e incluso se crearían más puestos de trabajo, a nivel mundial serían hasta 15 millones puestos nuevos hasta el año 2050. En América del Norte, los empleos aumentarían rápidamente de 1.8 millones en el sector energético a casi 3.8 millones para el año 2025 debido a la alta demanda de manufactura, construcción e instalación de tecnologías de energía renovables. Una vez que se haya construido la infraestructura, la cantidad de nuevos empleos disminuiría, pero seguiría siendo más alta que inicialmente, hacia casi 2.7 millones para 2050.

Lo que todavía falta es la voluntad política

El estudio es solamente una calculación económica que muestra lo tecnológicamente posible. Lo que no puede mostrar es como reaccionarían la gente y las empresas si se decidiera hoy cerrar todas las centrales eléctricas de carbón y, a cambio, construir represas. Pese a que suena muy ilusionante en la teoría, en la realidad va a resultar más difícil la realización. Debido a todos los grupos de interés que están involucrados en el sector de energía, se supone que la transición energética costará mucho más de lo que calculan los científicos finlandeses.[5] El cabildeo necesario y potenciales resarcimientos excederían el costo presumido por este estudio.

Lo que se necesita es consenso público de que se requiere un cambio ya. Allí parece que ya estamos en el camino correcto como la consciencia hacia la importancia te este asunto está creciendo, sobre todo entre la gente joven como muestra “los viernes para el futuro.” Ahora solamente falta convencer a la generación mayor y a los tomadores de decisiones para que la política actué.  

¿Transición energética a costas de quiénes?

Otro problema que no se discuta en el presente estudio es el de las consecuencias para el medioambiente y la gente que vive en las regiones donde se planean proyectos grandes de la reforma energética. Ya desde hace algún tiempo, justamente este problema se puede ver aquí en México, por ejemplo, en el estado de Yucatán. Al igual que con cualquier otro megaproyecto, debemos tener cuidado con las posibles consecuencias que tal transición tendría para el medio ambiente y las poblaciones en la región donde se construiría la infraestructura necesaria (como represas hidroeléctricas, plantas de energía eólica o parques fotovoltaicos). Estas consecuencias pueden mostrarse en el ámbito social, ambiental y cultural, e incluso llevar a violaciones de los derechos humanos, la destrucción de la naturaleza y pérdida de biodiversidad. En México, las construcciones de proyectos de energía renovable de gran escala sobre todo afectan a las comunidades indígenas y a especies de flora y fauna que muchas veces aun están protegidas. Este asunto no debe ser descuidado cuando discutimos un futuro con 100% de energía verde. Por muy prometedora que sea la transición energética total, el cambio de la energía tradicional a la energía renovable no debería realizarse a costa de partes de nuestra sociedad, como las comunidades que enfrentan desplazamientos forzados o los trabajadores del sector de los combustibles fosiles en declive; ni del medio ambiente, por la destucción de la naturaleza y la extinción de especies.

Pero quedarse con tecnologías tradicionales tampoco será la solución, ya que conlleva problemas similares y además ya es tiempo de actuar para frenar el cambio climático.[6] Por eso se necesita un discurso abierto, que incluya a la sociedad civil, sobre cómo se puede realizar una transición energética, respetando los derechos de quienes resultarán afectados y sin destruir la naturaleza. Este debe ser un esfuerzo combinado, entre la política, la economía y el consumidor. Para lograrlo, es posible que tengamos que cambiar la forma en la que vemos las cosas. En vez de utilizar a los recursos naturales y la energía como otra forma más de ganar dinero, y en vez de confiar en que las tecnologías modernas van a solucionar todas nuestras preocupaciones, quizá debamos cuestionar el modelo económico actual que se fija únicamente en el crecimiento y examinar con mirada crítica nuestros propios patrones de consumo. 

Eso significa, para de verdad crear una diferencia sostenible, repensar el modelo económico y crear una economía que no tiene como su objetivo fundamental buscar el lucro, sino que considera también aspectos no medibles (como los derechos de las personas que viven en regiones donde se construirán estos megaproyectos, el respeto a la naturaleza, y formas de bienestar que no tienen que ver con dinero). Al mismo tiempo, como consumidores nos toca examinar nuestro propio desempeño. ¿De verdad necesitamos del consumo masivo de energía que tenemos hoy para estar felices? ¿Hay que dejar cada luz prendida o viajar en auto a cualquier sitio? Hay cosas que podemos hacer, empezando por reconsiderar la comodificación, materialización y acumulación del planeta y sus recursos, y preguntarnos si el crecimiento económico de verdad debería ser el objetivo de nuestra sociedad.

El trabajo de la universidad LUT y Energy Watch Group nos muestra de nuevo que todavía hay esperanza de que podamos frenar el calentamiento global sin pérdidas financieras muy graves en la economía. Presenta como será posible un futuro de 100% energía verde reduciendo a cero las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector energético a nivel mundial con la tecnología ya existente en el modelo económico actual. Pero hay que pensar más allá, ya que esta economía en su conjunto tiene repercusiones y defectos que impiden el desarrollo sostenible transseccional. Es necesario un cambio en nuestra actitud frente a todo lo que tiene que ver con la energía, tanto su producción, como su comercio y uso.
 

Referencias:

[4] Costos mundiales. En la región Norteamericana el pecio bajaría de 81 euros (1720 pesos) a 55 euros (1168 pesos). LUT University & Energy Watch Group 2019, http://energywatchgroup.org/wp-content/uploads/2019/03/EWG_LUT_Global100RE_All-Sectors_NA_results_overview.pdf