El triunfo de Nayib Bukele y del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), en las elecciones presidenciales del 3 de febrero pasado, rompió la alternancia en el poder de dos partidos en El Salvador, durante las últimas tres décadas. Con el 53% de los votos válidos, según los datos finales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Bukele sacó de la presidencia al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) e impidió que la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) regresara al poder ejecutivo. Este es un reportaje de Revista Gato Encerrado para la Fundación Heinrich Böll Oficina San Salvador.
“Este día es histórico para nuestro país. Este día El Salvador destruyó al bipartidismo. Después de 27 años de firmados los Acuerdos de Paz, este día pasamos por fin la página de la posguerra. Con más votos que ARENA y el Frente (FMLN) unidos, este día hicimos historia”, dijo Bukele en su primer discurso como presidente electo, frente a miles de salvadoreños que se congregaron en el centro histórico de San Salvador, para celebrar el triunfo.
La historia reciente de El Salvador se cuenta desde 1992, cuando una incipiente democracia surgió luego de la firma de los Acuerdos de Paz. Esa firma puso fin a una guerra civil que dejó más de 75 mil muertos, entre civiles, guerrilleros del FMLN y soldados dirigidos por gobiernos de derecha. Esa fue la cantidad de muertos que contó una Comisión de la Verdad, liderada por las Naciones Unidas.
A partir de ese año, este pequeño país centroamericano empezó a dar sus primeros pasos hacia una nueva vida democrática, teniendo como protagonistas al partido ARENA, quien en ese momento ya estaba en su primer periodo presidencial, y al FMLN que dejó de ser una guerrilla para convertirse en partido político, gracias a los Acuerdos de Paz.
El partido ARENA inició su era gubernamental el 1 de junio de 1989 y la finalizó el 31 de mayo de 2009. Acumuló 20 años en el poder con manchas de corrupción y desgaste luego de ejecutar agendas privatizadoras de la banca, las telecomunicaciones y las pensiones; así como la implementación fracasada del manodurismo (represión como única política para enfrentar la criminalidad)y la dolarización.
En 2009, el FMLN logró por primera vez llegar a la presidencia del país, abanderado por una población sumergida en la pobreza y corrupción. El periodista Mauricio Funes fue elegido como presidente y rompió con 20 de años de gobiernos areneros. Al final de ese primer gobierno, el FMLN dejó insatisfacciones en la población, sobre todo en temas de corrupción y continuidad de una agenda neoliberal desde un partido de izquierda, matizado con obras e inversión social para los sectores más desfavorecidos. Esas obras sociales, como proveer uniformes y zapatos a estudiantes, no bastaron para que la población saliera de sus problemas económicos.
Funes, incluso, es ahora un prófugo de la justicia, con asilo político en Nicaragua junto a su compañera de vida, Ada Mitchell Guzmán, y su hijo menor. Funes y Guzmán son buscados por la justicia salvadoreña, tras haber sido investigados por el desvío de $350 millones de dólares, de los fondos del Tesoro Público a cuentas privadas; y por presuntamente participar en escándalos de sobornos.
En 2014, la población volvió a dar un voto de confianza al FMLN, al enterarse de que el fallecido expresidente Francisco Flores desvió $10 millones hacia cuentas de ARENA. Ese dinero había sido donado por Taiwán para ayudar a los damnificados de terremotos en 2001. Con ese precedente, el actual presidente, Salvador Sánchez Cerén, derrotó a su contrincante de ARENA en una segunda vuelta electoral, con una estrecha diferencia de 6,000 votos.
Tras cinco años del segundo gobierno del FMLN, la población no vio liderazgo en Sánchez Cerén. Por el contrario, observó una continuidad de los programas que inició Funes, sin resolver los problemas estructurales del país; hubo resistencia a perseguir la corrupción y también frenó el avance de la transparencia gubernamental; fue un gobierno violador de derechos humanos, según informes de relatores especiales de las Naciones Unidas; y las políticas de seguridad fueron insuficientes para resolver la violencia que ha colocado a El Salvador como uno de los países más violentos del mundo.
En medio de ese panorama desolador, Bukele apareció. Primero como un empresario joven que se convirtió en alcalde de un pequeño pueblo del interior del país llamado Nuevo Cuscatlán. Después como alcalde de la capital salvadoreña, cuyo mayor logro fue reconstruir una parte del centro histórico, para atraer a turistas. En su faceta como alcalde, estuvo inscrito en el FMLN. Luego fue expulsado por las críticas que hizo a ese partido. Algunas de esas críticas eran sobre el parecido corrupto que el FMLN tenía con ARENA.
Así que cuando anunció que iba a crear un nuevo partido para poner fin al FMLN y ARENA, llamado “Nuevas Ideas”, más de 200,000 personas firmaron para ser fundadores. Luego, muchas más personas lo apoyaron cuando dijo que quería competir por la presidencia. El primer obstáculo que encontró fue que el tiempo para inscribir a su partido no le alcanzó. Resolvió la situación diciendo que “los mismos de siempre” conspiraban en su contra para no dejarlo participar, y luego se inscribió en un partido pequeño llamado “Cambio Democrático (CD)”.
Ese partido era tan pequeño, que en las elecciones anteriores tuvo menos de los 50,000 votos necesarios para sobrevivir como partido, según la legislación salvadoreña. De manera que el TSE procedió a cancelarlo, luego de un llamado de atención que le hizo la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para que cumpliera con la ley.
Bukele, una vez más, dijo que “los mismos de siempre” estaban boicoteando su aspiración presidencial.
Finalmente se inscribió en el partido GANA. Este instituto político nació en 2009, luego de que una decena de diputados del partido ARENA decidieron separarse y formar su propio partido. Entre las personas más importantes de GANA está el vicepresidente de la Asamblea Legislativa, Guillermo Gallegos. Ese diputado ha sido investigado por actos de corrupción, como entregar más de un cuarto de millón de dólares, que provenían de fondos públicos, a una organización no gubernamental de su esposa. Esa organización supuestamente favorecía con programas de desarrollo a municipios del interior del país. Pero cuando periodistas de investigación fueron a esos municipios a verificar, encontraron que ese dinero y desarrollo nunca llegó. De hecho, en las alcaldías ni siquiera sabían de la existencia de esa organización.
En ese partido también ha sido una figura muy importante el expresidente de ARENA Elías Antonio Saca, quien ahora está prisión por desviar $301 millones, del dinero público. Su primo, el operador político Herbert Saca, también es una figura importante en GANA, aunque menos visible. Herbert estuvo cerca del expresidente prófugo del FMLN, Mauricio Funes.
A los seguidores de Bukele, hartos de ARENA y el FMLN, no les importó que se inscribiera en GANA, rodeado de personajes con señalamientos de corrupción. Tampoco les interesó que Bukele se ausentara en debates presidenciales para explicar sus propuestas o que rechazara entrevistas con periodistas de investigación. Tampoco les interesó, por transparencia, que les dijera quiénes financiaron su millonaria campaña de aproximadamente $9.4 millones, según estimaciones de una organización llamada Acción Ciudadana. No exigieron saber quiénes conformarán su gabinete de gobierno, o cómo logrará la gobernabilidad con tantos enemigos políticos que hizo en campaña. Lo único que, de verdad, les interesó a sus seguidores es que Bukele representaba la oportunidad de sacar del poder ejecutivo al FMLN y ARENA.
Bukele ganó en los 14 departamentos de El Salvador
Esos seguidores hicieron, de acuerdo con los datos del TSE, que GANA y Bukele obtuvieran 1,434,856 votos, que se traducen en el 53.1% de los votos válidos. ARENA obtuvo 857,084 votos, equivalentes al 31.7%. Mientras que el FMLN obtuvo 389,289, equivalente al 14.4% de los votos válidos.
Bukele, por su lado, logró ganar en los 14 departamentos de El Salvador, con promedios a favor que rondan los 40 y 50%, según el TSE.
Los comicios presidenciales salvadoreños también se caracterizaron por la baja participación de la población. El TSE informó que de los 5, 268,411 ciudadanos inscritos en el padrón electoral, asistieron a las urnas 2, 397,02. Eso equivale al 45 % de participación. Estas elecciones solo superaron en abstencionismo a las elecciones de 1999, cuando ganó la presidencia el fallecido expresidente Francisco Flores, con la participación del 38.57 % de los salvadoreños.
Las encuestas acertaron
Previo a las elecciones presidenciales, diversas encuestas de opinión, tanto locales como extranjeras, advirtieron lo que resultó cierto: el triunfo de Bukele en primera vuelta, en contraste con ARENA y el FMLN, quienes decayeron aún más en su caudal de votos.
El politólogo y académico Álvaro Artiga dijo, en un análisis publicado por Heinrich Böll, “si alguna novedad presentan las elecciones presidenciales de 2019 es que, según las encuestas de opinión realizadas en el último año por diversas casas encuestadoras, uno de esos dos partidos (ARENA o FMLN) puede ser desplazado de los dos primeros puestos”. Y los resultados finales del TSE confirmaron su hipótesis.
Una de esas encuestas es la de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), que a lo largo de 2018 revelaba que Bukele tenía el 51% de aprobación en promedio, en cuanto a la aceptación de la opinión pública para ganar la presidencia.
De hecho, en el último sondeo de la UCA, publicado en diciembre de 2018, Nayib se mantenía con una opinión favorable del 51.3% de la opinión pública.
Otra casa encuestadora fue Cid Gallup, que en mayo de 2018 afirmaba que Bukele tenía el 74% de opinión favorable y una posibilidad del 41% de alcanzar la presidencia. Para septiembre de ese mismo año, contaba con el 45% de intención de voto, en momentos donde la campaña electoral estaba a pocos días de iniciar de manera oficial. En esta encuesta, Bukele se imponía frente a sus adversarios, Carlos Calleja de ARENA, y Hugo Martínez del FMLN, quienes obtenían una intención de voto del 20 y 7%, respectivamente.
Bukele lideró todas las encuestas serias de opinión entre 2017 y 2018, y la mayoría vaticinaba un gane en primera vuelta, y que por primera vez en la historia reciente del país no tenía como protagonistas al FMLN o ARENA.
De acuerdo con el especialista Artiga, dado el desprestigio en que han caído los partidos políticos tradicionales en el país, los candidatos se han presentado como distantes de sus partidos e incluso como “no políticos”.
Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo (de la coalición ARENA, PDC y PCN) cargaban con la vinculación que públicamente se hace de sus partidos a casos de enriquecimiento ilícito y corrupción. Hugo Martínez y Karina Sosa, del FMLN, no eran los candidatos preferidos por la dirección del partido, la cual ya había sufrido un castigo en las elecciones anteriores, donde perdieron 9 diputados y 15 alcaldes.
Nayib Bukele y Félix Ulloa, su compañero de fórmula en el partido GANA, llegaron a competir con GANA, un partido que también ha sido vinculado a hechos de corrupción.
“El descrédito de los partidos tradicionales entre la opinión pública, la percepción generalizada que aquellos solamente buscan favorecer sus propios intereses, la no solución de los principales problemas que aquejan a los salvadoreños por décadas, como la inseguridad, la violencia y la falta de oportunidades para tener ingresos lícitos y suficientes para llevar una vida digna, fueron creando un ambiente favorable para la irrupción de una candidatura fuerte que no perteneciera a esos partidos”, dijo Artiga.
Del reinado en redes sociales a la presidencia
Un informe de la Dirección de Investigación de la Universidad Tecnológica de El Salvador, publicado en noviembre de 2018, refleja que más de 240 mil cuentas inactivas o falsas, siguen en redes sociales a Nayib Bukele. Es decir, son cuentas que ayudaron al candidato a dejar una percepción de que tenía cientos de miles de seguidores en redes sociales que lo apoyaban.
El informe señala que Bukele acumula el 94% de cuentas inactivas entre sus seguidores. Los investigadores de este estudio extrajeron la información pública de cada seguidor en Twitter de los candidatos Nayib Bukele, Carlos Calleja y Hugo Martíenez. Bukele, al final, resultó como el candidato con más seguidores.
Entre los criterios de medición se analizaron el número de seguidores por cuenta y la cantidad de cuentas que sigue, el número de tuits publicados, la fecha de creación y ubicación de la cuenta, si tiene o no imagen de perfil y otros datos.
El 25 de enero pasado, el investigador mexicano, Daniel Román Cedillo de connection.news, publicó los resultados de un estudio que duró varios meses, en el que con ayuda del software libre Gephi, se analizaron unas 100 mil cuentas de redes sociales de manera aleatoria, de las cuales por lo menos la mitad de los usuarios no tienen fotografía, y estos cuentan con nombres sospechosos para ser usuarios reales, por ejemplo: “oh11021075” o varios usuarios con un nombre común como Armando más un código que pareciera haber sido generado por un ordenador.
La investigación apunta a Bukele como “nodo central”, que al momento de generar un tweet, recibe exposición exponencial gracias a una estructura de propagación de fake news.
Por otro lado, sitios en Facebook y Youtube con nombres como “Periódico La Britany”, “Hey salvadoreño wacha”, “Soy José Youtuber”, “Yazcklin”, “La Parodia”, “La Porttada”, y seudo periódicos digitales como “Última Hora” y “El Blog”, tienen una abierta línea editorial al servicio de generar prestigio a la imagen de Bukele y maximizar sus ventajas, pero también han atacado con publicaciones tendenciosas, a medias o falsas, a los adversarios políticos del nuevo mandatario salvadoreño.
La mayoría de publicaciones de estos y otros sitios afines, solo buscaban que Bukele ganara la presidencia y generar una imagen positiva a su alrededor.
El periodista Rodrigo Baires, quien ha investigado fake news, dijo para esta publicación que todavía es casi imposible afirmar que la actividad en redes sociales y de páginas de noticias falsas, incidieron en el voto de la población. Ya que para eso se tendría que hacer grupos focales con personas que votaron por Bukele y preguntarles sobre el consumo de información que hacen en sus redes sociales.
El sociólogo salvadoreño, Hugo Sandoval, sin embargo, dijo que Bukele ha sido hábil en crear expectativas en las redes sociales y ofrecer aparentes soluciones a problemas cuidadosamente seleccionados, y que eso de alguna manera incidió en los votantes. Sandoval también dice que Bukele hizo un “desarrollo interactivo de símbolos”.
“Una de las premisas del interaccionismo simbólico que los seres humanos realizan es la selección, categorización y reproducción de los significados (de los símbolos) en función de sus expectativas y propósitos. Desde este punto, Bukele utilizó las redes sociales como instrumento de construcción en tiempo real de la simbología de su causa. Lo podemos ver en la creación del símbolo de la golondrina, que surgió de un comentario mal intencionado que le hicieron y terminó siendo, en cuestión de meses, la bandera que lo llevó a la victoria. El resultado, toda una simbología basada en la coyuntura actual al contrario del FMLN y ARENA, partidos que poseen una simbología del conflicto armado. Con esto pudo dar la impresión de verdaderos cambios y por lo visto, el cambio para el salvadoreño tiene un significado implícito de bueno", dijo Sandoval.
Los resultados obligan a recomponer
Tras el triunfo de Bukele, los partidos ARENA y FMLN experimentaron un terremoto político que los hizo tocar fondo. En los últimos treinta años no habían recibido tanto rechazo, como en las elecciones de 2019, en las que hasta parte de su voto duro les dio la espalda. Eso obligó a que tres días después de las elecciones, la dirigencia de ARENA depusiera sus cargos e invitara a sus bases a participar en elecciones internas adelantadas para trasladar la dirección del partido a otras personas. La historia se repitió en el FMLN.
El ascenso de Bukele al poder provocó reclamos de los diputados de ARENA. La diputada Felissa Cristales llamó “dinosaurios” a los que dirigen a su partido: “En río revuelto, ganancia de pescadores. Los ataques internos de ARENA solo demuestran que en mi partido hay quienes ni saben, ni les interesa lo que los salvadoreños expresaron en las urnas y ciertamente están pensando en cambiar a un dinosaurio por otro”, dijo
No obstante, la dirigencia del partido ARENA puso a disposición sus cargos, ha prohibido la reelección a sus actuales líderes y ha adelantado sus elecciones internas.
El FMLN también ha mostrado fisuras internas. Fidel Fuentes, alcalde del municipio de San Marcos, al sur de San Salvador, ha calificado de “cataclismo” la pérdida de más de un millón de votos en comparación a la elección presidencial de 2014. En esa misma línea se ha pronunciado el actual vicepresidente salvadoreño y exlíder guerrillero, Óscar Ortiz, quien ha urgido a su partido a hacer una “reingeniería”,
El sismo dentro del FMLN sucedió tres días después de las elecciones, cuando la actual dirigencia puso a disposición sus cargos, prohibió reelección a antiguos liderazgos, y decidió adelantar elecciones internas para votar por una nueva dirigencias.
Los movimientos también se han dado en otros partidos. El Partido de Concertación Nacional (PCN), deshizo la alianza que tuvo con ARENA en las elecciones, y ha dicho que estará abierto al diálogo y a escuchar lo que el gobierno de Bukele proponga: “Felicitamos al presidente electo, que tendrá nuestro apoyo en iniciativas que favorezcan a la población y rompan la polarización que tanto daño le ha hecho al país”, dijo Manuel Rodríguez, Secretario General del PCN.
Escenarios y desafíos del nuevo gobierno
Mientras los partidos se recomponen, Bukele asumirá la presidencia a partir del 1 de junio. Encontrará un país en el que, según el promedio de las autoridades, ocurren nueve asesinatos diarios, cometidos en su mayoría por miembros de pandillas, como la MS-13 y el Barrio 18.
Bukele también recibirá un país enclaustrado en la corrupción y en el que tendrá que transparentar todos los gastos y uso de fondos del gobierno, para alejarse de las viejas prácticas que tanto criticó. Uno de sus primeros tropiezos, aún antes de asumir el cargo, es que no ha revelado quiénes financiaron su millonaria campaña.
A eso se suma que el 37.8% de la población salvadoreña sigue sumergida en la pobreza, según un informe de la CEPAL publicado en enero, y para la que Bukele tendrá que generar mejores condiciones de vida y desarrollo.
Las promesas del presidente electo
Además de utilizar el hartazgo que tenía la gente sobre los gobiernos de los partidos tradicionales y las estrategias de marketing político, Bukele también presentó un plan de gobierno al que llamó “Plan Cuscatlán”. El plan es un compendio de propuestas en temas de seguridad, economía, inversión social, migración, entre otros.
En seguridad, Bukele propone más tecnología y más prevención de violencia, atacando causales de la misma como la falta de oportunidades. Además, propone mantener represión y mejorar la calidad de vida y condiciones laborales de los policías y soldados.
En cuanto a inversión social, Bukele propone el fortalecimiento de la red nacional de salud y garantizar que no haya desabastecimiento de medicamentos, además de mantener la salud gratuita en la red pública. En educación, propone el mejoramiento de la infraestructura de escuelas y mejor preparación académica de maestros.
Sobre economía y aspectos relacionados al combate de la corrupción, el presidente electo propone la creación de una Banca de desarrollo, fortalecimiento de mejoras de supervisión fiscal, y mayor control contra evasión y elusión fiscal. Además, entre sus promesas insignias está traer al país una Comisión Internacional contra la Corrupción e Impunidad, tal y como lo han hecho en Guatemala y Honduras.
Las propuestas invisibles del gobierno Bukele
Entre los temas a los que Nayib Bukele se refirió de manera superficial o casi nula, están el medioambiental y el vinculado a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres de El Salvador.
En el tema ambiental, las propuestas de Bukele son insuficientes o incompletas, según han expresado varias instituciones ambientalistas. Bukele ha propuesto la limpieza de los ríos Lempa y Acelhuate, generación de energía geotérmica a través de asocios público-privados, así como proteger los bosques salados, pero no ha explicado cómo lo logrará y financiará.
En el tema del acceso y administración del agua, Bukele y su compañero de fórmula han sido ambiguos. Primero dicen que están en contra de la privatización, pero a la vez dicen que el sector privado puede tener voz y voto en la administración del agua.
En el caso de los temas sobre el aborto y derechos sexuales, Bukele ha afirmado estar a favor del aborto únicamente cuando la vida de la madre está en riesgo. De hecho, esa es una de las cuatro causales por las que asociaciones de mujeres han luchado, en uno de los países que todavía castiga con prisión a las mujeres sospechosas de aborto, y las enjuicia por homicidio agravado o intento de homicidio.
Si bien Bukele ha expresado ese planteamiento, mujeres organizadas le dan el beneficio de la duda y esperan que ese planteamiento, que no está en su plan de gobierno, sea el inicio de un debate social y médico sobre el aborto en El Salvador.